27 junio de 2025.
El reciente descubrimiento en el yacimiento del Abrigo de San Lázaro, en Segovia, ha marcado un antes y un después en la comprensión de la prehistoria peninsular: la identificación de la primera huella dactilar humana del Paleolítico Medio Final en la península ibérica. Este hallazgo, atribuido inequívocamente a un neandertal y datado en aproximadamente 43.000 años de antigüedad, no es meramente una revelación científica; constituye un testimonio tangible de la presencia humana ancestral en nuestro territorio, ofreciendo una conexión íntima y directa con las poblaciones que habitaron estas tierras hace milenios. Su singularidad radica no solo en la cronología, sino en la excepcional conservación de una marca tan personal, lo que lo convierte en un referente global.
La relevancia de esta huella trasciende su particularidad. Permite a la comunidad científica ahondar en el estudio de las actividades cotidianas de nuestros ancestros, ofreciendo datos únicos sobre su interacción con el entorno y sus prácticas simbólicas. En la actualidad, este descubrimiento está impulsando proyectos de investigación interdisciplinares que combinan la arqueología con técnicas de bioantropología, geocronología y análisis de pigmentos. Equipos de expertos están trabajando en la caracterización detallada de la huella, su contexto estratigráfico y la posible identificación de otros vestigios asociados, con el fin de reconstruir con mayor precisión el escenario de vida de aquellos grupos humanos. Paralelamente, se están empleando tecnologías de digitalización 3D para crear réplicas exactas que permitan su estudio sin comprometer el original y faciliten su difusión científica y museística.
Un hallazgo singular en el rico contexto arqueológico de Castilla y León
Castilla y León posee un patrimonio arqueológico prehistórico de una riqueza incalculable, con yacimientos de renombre internacional. El ejemplo más destacado son los Yacimientos de Atapuerca (Burgos), declarados Patrimonio de la Humanidad, que han proporcionado una secuencia evolutiva de homínidos única en el mundo, con restos que superan el millón de años de antigüedad. Otros yacimientos significativos incluyen las estaciones de arte rupestre de Siega Verde (Salamanca), también Patrimonio de la Humanidad, que atestiguan la expresión artística paleolítica al aire libre, o el Abrigo del Molino en el mismo valle del Eresma en Segovia, que ha ofrecido una relevante secuencia cronoestratigráfica del Paleolítico Medio Final.
Sin embargo, el yacimiento del Abrigo de San Lázaro en Segovia se distingue por la excepcionalidad de la huella dactilar. Mientras otros enclaves ofrecen vestigios de hábitat, herramientas, restos óseos o arte rupestre, la huella dactilar constituye una «firma» personal de un individuo prehistórico, un nivel de detalle y proximidad con el pasado humano que rara vez se encuentra. Esta particularidad posiciona a Segovia en un lugar destacado, complementando la narrativa general de la prehistoria de Castilla y León con una evidencia de un carácter profundamente humano y simbólico, única hasta la fecha en la región y en el continente europeo para este tipo de marcas con pigmento.
Este hito se traduce en una oportunidad excepcional para la reinterpretación y valorización del patrimonio prehistórico. La emoción intrínseca de una huella dactilar humana ofrece un punto de partida poderoso para el desarrollo de narrativas museográficas más inmersivas y empáticas. Ya se están diseñando programas educativos específicos dirigidos a diversos públicos, desde escolares hasta especialistas, que buscan contextualizar el hallazgo y fomentar el conocimiento sobre la prehistoria.
Desde el ámbito de la promoción, este descubrimiento está siendo activamente comunicado a través de campañas mediáticas nacionales e internacionales, buscando posicionar Segovia y sus yacimientos como un referente en el circuito de la arqueología y el turismo cultural. Se están organizando jornadas de puertas abiertas y visitas guiadas especializadas que permiten al público acceder, bajo supervisión experta, a las áreas de interés del yacimiento, garantizando la conservación del espacio. Asimismo, se contempla la creación de materiales divulgativos de alta calidad, incluyendo documentales y exposiciones temporales, que no solo informen sobre la huella, sino que también la integren en un relato más amplio sobre la evolución humana en la península ibérica, en diálogo con otros grandes yacimientos de la comunidad.
Este hallazgo en Segovia no es solo un vestigio del pasado; es un catalizador para la innovación en la investigación y la promoción cultural, redefiniendo cómo conectamos con nuestros orígenes y proyectamos nuestro patrimonio hacia el futuro.

